martes, 31 de marzo de 2020

Quarantena per tutti


El mundo convertido en una leprosería, así como suena.
Pensábamos que algunas cosas de las que leíamos en las novelas, los libros de historia, o más recientemente en la Wikipedia, ya nunca nos iban a suceder a nosotros por antiguas, por trasnochadas, por antediluvianas, pero ya ve usted que no.

Y en cierto modo algunos seguimos siendo lo bastante modernos para no entender nada de nada de lo que está pasando, hasta el punto incluso de albergar la tentación de no creérnoslo. Pero lo que uno crea o no es una cosa, y la realidad es otra. Eso siempre.

Con todo, el mayor miedo de muchos, fundamentalmente los que no somos considerados grupo de riesgo, o víctimas potenciales del celebérrimo coronavirus, aparte, por supuesto, de no convertirnos en vectores infecciosos de nuestros seres queridos, es el día después. El cómo quedarán nuestras vidas y haciendas, nuestra añorada rutina - nunca pensé que diría tal cosa - tras tantos y tantos días de asueto indeliberado.

Y sin embargo, hoy ha amanecido un día como cualquier otro. La primavera se abre paso por entre los resquicios que le brinda el encierro, y las ganas de vivir, y de divertirse, y de hacer las cosas bien, y de soñar con tiempos mejores, en absoluto se han visto mermadas.

Tiempos en los que un microorganismo terrorista no pueda circular libremente por el mundo, creando el caos a su antojo, cuando por contra, miles y miles de personas, huyendo de otras calamidades parecidas, e incluso peores, se quedan atrapadas en auténticos vertederos humanos, de los que nadie quiere oír hablar ni mucho menos aún hacerse cargo.

Irónicamente, hoy nuestro planeta es un gigantesco campo de refugiados, que sin llegar del todo a ser lo mismo, nos genera incertidumbre, confusión, y no poca angustia.
Quizás esta pestilencia de los tiempos modernos, nos lleve en un futuro a ser más solidarios, como ya se está viendo con respecto a ciertos, tampoco excesivos, detalles esperanzadores. Aunque tal vez sean sólo espejismos, y tras la tempestad vuelva la clama, y la relajación de las conciencias.

Por ello que, ahora que el tedio impone su ley, y nos sobra el tiempo para ocuparlo con insulsas tareas presentes, quizás fuera buena idea proponernos la emocionante tarea futura de arreglar el mundo, no para devolverlo a lo que nos quitó el coronavirus, sino, con ese mismo impulso, aprovechando para mejorarlo un poquito más.
Si acaso, pongámonos alegremente utópicos, erradicando también guerras, hambrunas, contaminación, racismo, y en general, injusticias varias. No olvidando aquellos días en que entre todos nos unimos para vencer a uno de los peores enemigos de la humanidad, no el único, ni el más enconado.
Ojalá salgamos de este lazareto global restablecidos, más fuertes, renovados, respirando a pleno pulmón, pero no inmunes a esos otros muchos problemas de nuestro tiempo, que si quisiéramos - si de verdad quisiéramos - también podríamos resolver.

5 comentarios:

Genín dijo...

Fíjate si será poderoso y convincente el coronita que hasta ha logrado que escribas una entrada, sin embargo, yo, todavía resisto...jajaja
Salud

THE ONLY TRUE HACKER IN THE WORLD ® dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Food and Drugs dijo...

Genín, el mucho tiempo "libre" me permite poner orden en mis ideas e incluso volver a atreverme a escribir. Todo un lujo antes del coronavirus.
Espero no obstante, que esto acabe pronto, y que podamos volver a "disfrutar" de las premuras de tiempo, las agendas apretadas, y esa dulce melodía del despertador.
Entretanto, como sueles decir tú: Salud (ahora más que nunca).

Alís dijo...


Ojalá, aunque también creo que las conciencias tienen a relajarse con demasiada facilidad.

A la incertidumbre mejor nos vamos acostumbrando. Siempre nos acompañó, pero podíamos permitirnos ciertas lagunas de estabilidad en las que descansar. Ahora, en estos tiempos globales y tan cambiantes, eso se acabó. Veamos cómo podemos unir la flexibilidad a un propósito de aprovechar el impulso y, como dices, mejorar el mundo. Que falta le hace, por más que esté lleno de infinitas maravillas. Por ejemplo, que escribas.

;))

Bicos

Food and Drugs dijo...

Gracias, Alís.
En estos tiempos de confinamiento todos nos volvemos más comunicativos, incluso más artísticos, si es posible, lo cual demuestra que aunque no se trate de un bien de primera necesidad, tampoco lo es de segunda, en el sentido peyorativo del término. claro que que también ayudan las muchas horas que se pasan sin saber qué hacer. ;-)
Bicos