jueves, 20 de noviembre de 2008

El paracaídas dorado


Bueno, la gente quiere hacerse rica y no lo disimula. Yo mismo, sin ir más lejos, no tendría inconveniente alguno en mudarme a vivir al depósito del Tío Gilito, y todas las mañanas, darme un refrescante chapuzón entre sus trillones de monedas.
El problema es que la condenada lotería no termina de ser la solución. La de veces que les habré dicho a los niños del colegio de San Ildefonso que cuando saquen la bolita canten mi número y, nada, los muy cabezas huecas siempre lo dicen confundido. Cosas de esta educación ramplona de hoy en día en la que no se repite curso ni adrede.
Y por otras vías… Pues como que no. De hecho hace falta o tener mucho talento o ser muy hijo de la gran p… Y yo ni de lo uno ni de lo otro ando muy sobrado.
No obstante la estrategia esta clara, y, en las últimas fechas, los ejemplos nos llueven del cielo.
Pongamos por caso los tan comentados enriquecimientos relámpago de los ejecutivos de las instituciones financieras que recientemente se declararon en quiebra.
Lo primero es acreditar eso de lo que hablábamos antes, un enorme talento (para los negocios, las ventas, o para lo que sea), y una vez conquistada la plaza, sacar de dentro a la verdadera víbora que uno es, que entonces se echa el plan a rodar.
El procedimiento a seguir sería tan sencillo como hacerle un nuevo contrato blindado a toda la junta directiva, no olvidando que el propio ha de ser el más jugoso, y posteriormente hundir la empresa. Así de fácil.
Y sin más, a cobrar las millonarias indemnizaciones… Tan ricamente.
Es lo que los franceses llaman Le parachute doré (El paracaídas de oro), y al que un tal Alain Souchon le ha dedicado una simpática coplilla verbenera, que por lo visto, entusiasma a nuestros vecinos del otro lado de los pirineos.
¿Para que preocuparse de las miles de familias que se quedarán sin sustento? Tumbado en una playa de las Bahamas, y con varios sirvientes al lado prestos a saciarte todos los antojos, eso es pecata minuta.
Además los males y rasgaduras de la conciencia cicatrizan mucho más pronto de lo que uno se imagina.
Y sin embargo decía San Mateo en los evangelios, muy altisonante: ¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma? Pues parece que en lo que llevamos andado, desde el siglo I hasta aquí, no ha calado muy hondo el mensaje.
Pero como ya decía al principio, la integridad y el recto proceder son un lastre muy pesado. La garantía total de no comerse un rosco.
Aunque no todo en esta vida es el dinero, ciertamente, y muchas veces lo que se paga con el propio sudor, acaba a la postre resultándonos más grato y enriquecedor.
Y hablando del asunto, y como esta vez este blog pone tanto énfasis en el valor tan extraordinario de lo inmaterial, os remito a este video de You Tube que encontré de chiripa, en el que Almudena Cid, la gran gimnasta olímpica española, nos desnuda su alma. Es solo el alma, no os emocionéis.

martes, 18 de noviembre de 2008

Plutonianos


Este dibujo está algo pasado de fecha, lo admito. De hecho hoy el sector inmobiliario, en cuya voracidad estaba basado, ya no es ni la sombra de lo que fue. Tiene, pese a todo, esa cierta candidez de las miradas en retrospectiva.
Recuerdo, al igual, que en aquellos días plácidos, ya lejanos, era noticia de titulares un hecho tan superfluo como la disyuntiva en la UAI (Unión Astronómica Internacional) de si, al hasta entonces planeta Plutón, se le mantendría la susodicha categoría de planeta o se le rebajaría a la de mero asteroide.
Una tontería de lo más pueril cuando le afecta a un pedrusco que flota en mitad de la nada, pero que tranquilamente nos puede amargar un rato largo la existencia, si la china nos cae a cualquiera de nosotros, y, por poner un ejemplo extremo, pasamos, de la noche a la mañana, como el ex-presidente de los EE.UU. George Bush, de ser el hombre más poderoso del mundo, a no más cosa que otro desempleado más.
Lo cual lo liga aún más a la trágica suerte de nuestro destronado astro menor. Aunque, por otra parte, al tratarse del dios mitológico Plutón, del que este último tomó su nombre, amo y señor del inframundo, ya debería tener el cuerpo hecho a esta clase de afrentas.
Claro que, al inefable ex-presi Bush, creo yo, que le va un poco más a juego la analogía con Marte, dios de la guerra.

martes, 11 de noviembre de 2008

Piratería Internacional


Por lo visto, en estas últimas fechas vuelve a haber mar de fondo en torno al cuerno de Africa. Y es que cuando hay cuernos de por medio, por regla general, el lío suele estar garantizado.
Bromas aparte, los piratas somalíes parece ser que vuelven por peteneras, y han demostrado hallarse más activos y mejor preparados de lo que en principio se esperaba, para desgracia de los atuneros vascuences.
De hecho, estos no son, no señor, los pobres inmigrantes de los cayucos y pateras, famélicos y desarrapados, que huyen de la miseria endémica del continente negro, y que es la primera imagen que a uno se le viene a la memoria.
Y tampoco son cuatro alborotadores de barrio, armados con palos y con pinchos, que simplemente se conforman con hacer valer sus preceptos sobre el terreno frente a las industrias pesqueras del ensoberbecido y despilfarrador primer mundo, en un intento de impedir que les usurpen sus riquezas marinas.
Lo que hay montado es todo un operativo mafioso de secuestro y extorsión, que es llevado a cabo por profesionales. Comandos, que al margen de hallarse pertrechados con el material bélico más moderno e intimidatorio, rifles de asalto Kalashnikoff, lanzagranadas, etc…, cuentan con tecnología puntera en cuanto a radares y conexión a satélites, lo cual les permite localizar y disponer de sus presas con precisión telemétrica. Todo pagado a cuenta de los rescates que, con gran dolor de corazón, han de pagar los armadores de los buques capturados.
Pero esta no es la peor piratería a mi juicio. Y que las malandanzas de estos corsarios del Índico se nos acabe repercutiendo sobre el precio de la lata de atún en conserva, tampoco, para ser sinceros, me quita el sueño.
La piratería que a mí me preocupa, y que, en toda discusión con alguno de sus partidarios, me empuja a niveles de ofuscación muy por encima de lo contemplado por la escala de Ritcher, es la que respecta a la sufrida por la propiedad intelectual.
Para mí el que de unos años atrás a esta parte hayan florecido los programas de intercambio de ficheros vía Internet, como el e-Mule, o el Bitorrent, sería lo que en gran medida explicaría el progresivo declive, por no llamarle gangrena, de las industrias del entretenimiento tradicional. Estando aquí, la cinematográfica, a la cabeza de todas en cuanto a perjudicada.
Hoy en día, el querer ver una película en formato de pantalla grande, es ya una quimera de cuya semblanza dan solamente testimonio los libros de historia.
Obras como Siete novias para siete hermanos, Alí Babá y los cuarenta ladrones,101 dálmatas, y así sucesivamente, no tienen cabida, literalmente hablando, en los minúsculos reproductores con los que nos asaltan en las tiendas de electrónica. Solo caben el protagonista, la protagonista, y si se tercia, algún artilugio de placer sexual. ¡Y perdón por la ordinariez, pero es la realidad!
Hemos de salvar a nuestra cultura, y a nuestro arte, de los tentáculos perversos de la piratería. Una piratería de la que todos formamos parte de una manera más o menos inconsciente, más o menos indolente… Y que lejos de reportar un avance, constituye todo un retroceso.
Corrijámonos pues ya mismo, y a partir de ahora, y con solo un pequeño esfuerzo de voluntad al día, lograremos volver a disfrutar de nuestras obras de arte favoritas, en buena compañía y a lo grande. Y sin dejar los sueños nuestros, y los de nuestras generaciones venideras, en las manos del Capitán Garfio.

Dibujo dedicado con cariño a todos los trabajadores y trabajadoras de la industria pesquera y conservera, en las que Galicia y España, son potencias de orden mundial.

Nota: Ha entrado en servicio el blog Status: Playing, que desde ayer le hace la competencia desleal a Food and Drugs. Pero no hay por qué inquietarse… En realidad el primero no es más que una marca blanca del segundo. Un refrito de mala muerte.
Nada… Yo no perdería el tiempo.

sábado, 8 de noviembre de 2008

Se acabó la magia


Hay veces que uno se siente un poco conejillo de indias. Indefenso y a merced de los experimentos de otros.
Son situaciones desagradables, evidentemente, y uno prefiere pasar página cuanto antes y no pensar más en el tema, pues no se arregla nada por más y más vueltas que se le den.
Otras veces sin embargo es uno mismo el que experimenta con las criaturas que considera inferiores, y no le da mayor importancia. Por que sufran un poquito nada malo les va a suceder, aduce. Al contrario, es sano. Les fortalece el carácter y les ayuda a mantener sus defensas activas. Y por ende no hace falta que se tomen ningún brebaje con fermentos lácticos ni bacilos benignos.
Uno de estos entornos donde se abusa de estos principios es el del mundo laboral. ¡Oh, inmisericorde mundo laboral!
En teoría, siempre en teoría, la brega cotidiana nos hace más fuertes, nos curte (en mil batallas, y en las respectivas madres de esas mil), y nos proporciona una pátina de invulnerabilidad que luego, ya en el exterior, nos convierte en algo semejante a bestias primitivas. Solo es posible abatirnos con balas de un calibre especial: Las capaces de traspasar la gruesa piel de un rinoceronte.
Pero dudo mucho yo de que esto en la práctica sea así. Y que sea más bien que, con cada día que pasa, uno se esté dejando la salud y las ganas de divertirse. Todo ello, envuelto como ya digo, en enaltecedoras proclamas de su bondad e idoneidad. En fin, el discurso oficial.
El caso es que como reza el título, toda esta rutinaria refriega, lo que va minando y mermando más rápidamente es la magia de vivir.
Sí, el curro es el mejor antídoto contra la capacidad de las personas de sorprenderse con las cosas, y la mirada de uno hacia lo que le rodea se vuelve más obtusa y más rácana. Todo tiene que aportarnos un resultado tangible e inmediato…
Y yo no se si estoy muy de acuerdo con eso.
Para mí, la consigna es no perder la ilusión y creer en el enorme poder revitalizante de lo fantasioso.
De manera que lo de se acabó la magia se lo dejaremos a los matrimonios y parejas en vías de ruptura, frase muy típica del gremio, y asimismo a todos los que como ellos se lo hayan buscado, empeñándose en vivir en ese mundo de lidiar todo el rato con la china en el zapato, o con la carnecilla entre el incisivo y el canino. Un mundo cabizbajo e insípido.