miércoles, 15 de junio de 2011

Examen de Conciencia

* Europaaaa!!! Hemos arribado a Europa!!

Llegó el verano y los acampados de la Puerta del Sol decidieron por fin dar carpetazo a su polifónico grito en el desierto.
¿Se me intuye cierta quina hacia estos muchachos?
En absoluto. Yo también fui estudiante, y llegados los apuros de finales de mayo y principios de junio también buscaba mis excusas, para los más que previsibles batacazos académicos, hasta debajo de las piedras.
Eso sí, yo nunca me las di de revolucionario del mayo francés, ni traté de salvar a la democracia de sí misma, pues en mi época, sencillamente, esto no se estilaba. Además siempre había alguna afección broncoespasmódica mal curada que reincidía, o un profe que me tuviera manía, o el manido recurso a mis trastornos psicoafectivos, que mejor que ningún otro podían hacerme el trabajo sucio.

Ha dado para muy poco la cosa, se lamentarán quienes se implicaron de lleno con esta revolución de cartulinas pintarrajeadas. Y a los que el primer mandoble de porra les habrá dejado con el culo al aire.
Demasiadas ideas y poco lomo para aguantar palos.
¿No queríais ser héroes revolucionarios? – demandarán entonces a toda aquella prole carnavalera, promoción de perroflautas cum laude, que entre soflama y soflama, bailaban la conga del canuto, jóvenes y viejos mezclados, como en las bodas gitanas - ¿Dónde están los valientes de Túnez, Siria, Yemen, o Egipto, en este sucedáneo de plaza Tahrir (Tararí que te ví)?
¿Qué demonios nos proponíamos con esta verbena, que les pusimos en bandeja la victoria en las elecciones a los del dóberman?

Y así ha sido una vez más. La vida sigue, el mundo gira y el sol seguirá saliendo por Antequera para unos pocos privilegiados, como cada mañana desde ya hace algún tiempo…
No me malinterpretéis. Todos tenemos una conciencia a la que escuchar, pero que ella también, habla únicamente a favor, y en función de sus intereses particulares, es una verdad como un templo.
Todos nos creemos muy buenos y muy limpios de las máculas y la hediondez que tan a menudo solemos identificar en derredor nuestra. Vemos la lista de Schindler, por ejemplo, y sin pestañear, nos felicitamos para nuestro fuero interno, de que éste (Oskar) hubiera actuado como nosotros lo hubiéramos hecho de estar en su lugar.
Es un vicio. Ser autocomplacientes y pensar mal de los demás por sistema, es peor que la ludopatía. Con la notable diferencia respecto a esta última, de que rara es la vez que uno NO acierta.

Pero volvamos a las luchas de nuestra juventud, a la que sin duda se valora más en otras latitudes que aquí.
Podría yo estar errado (con hache y sin ella) en todo lo dicho anteriormente… ¿Sí o no?
A fin de cuentas, ¿Cuándo, en nuestros más fantasiosos sueños húmedos, nos hubiéramos imaginado que Alemania regulgitaría nuestros pepinos de invernadero y, en cambio, se pirraría por nuestros recién horneados ingenieros?
Así las cosas, se hace muy cuesta arriba el emitir una opinión, con la absoluta certeza de no estar diciendo una burrada.
Desgraciadamente, mi cerebro es un mundo abisal, con mucha presión y poca luz.
Creedme, a veces quiero pensar y busco una dirección, o un criterio, por modestos que sean, y me encuentro con que lo poco que amaso se me escurre entre las manos como arena de playa.
Por otra parte tengo el baldón terrible de mi conciencia, a la que quiera o no, antes de sentarme a escribir, siempre he de escuchar. Es como un casero al que le debiera varias mensualidades. O un amigo interesado que tan pronto me regala el oído como me retira la palabra. Y así, como comprenderéis, es muy difícil mantener un discurso, y por tanto, no merece la pena decir nada.
En boca cerrada no entran moscas, que diría cualquier sofista de taberna.
Leo por ahí, además, y por si con lo anteriormente expresado no fuera suficiente para declarar un mutis general e indefinido, que a uno lo pueden meter entre rejas por las opiniones que vierta en su blog.
Esto es como decir, en otras palabras, que este pedacito minúsculo de ciberespacio que consideramos tan sacrosanto e inexpugnable como las cuatro paredes de nuestro domicilio, en realidad no lo es.
Ya no se podrá afirmar de Pepito Pérez que es un caraculo al que le huele mal el aliento. Ni se podrá criticar al gobierno de este, o de cualquier otro país en situación de coma inducido irreversible.
Los blogs ya sólo servirán para tirar piedras contra el propio tejado, consiguiendo eso sí, que los contadores de visitas se pongan de banderitas como los mítines del PP castellano-manchego.
De esta forma uno podrá contar la historia de sus dramas personales, ponerles mayúsculas y minúsculas, una cucharadita de azúcar aquí, una garrafa entera de hiel allá, pero no podrá ejercer la libertad de expresión, y reclamar cuando menos, un poquito de por favor con el tema de los residuos nucleares, las condiciones de pobreza en el tercer mundo, a los que encima exportamos nuestras basuras tóxicas en régimen de separación de bienes, o, por qué no decirlo una vez más, el endiosamiento de los “mercados” de los coj…

Y con esta amargura os dejo, sabedor una vez más de que mis palabras caerán en saco roto, derrotadas y humilladas por el poder absoluto de las porras y los perros, y la eficacia de tan refinada como añeja técnica de persuasión.
Puede que yo no le levantara jamás la mano a los maderos, eso es cierto - no tengo las agallas que se requieren - pero tampoco les ando llenando su página web de fantasmitas del comecocos y me cuelgo la subsiguiente medalla. Algo que vendría siendo, en términos comparativos, como ponerle un petardo a la máquina de los cafés de la comisaría.
Algo de vergüenza me queda en este acomodaticio cuerpo mío que dios me ha dado.
Terminado, he pues, este examen mío de conciencia, en el que no creo haber respondido satisfactoriamente a nada de lo que se me preguntaba.
Tal vez sólo me haya servido para practicar eso que es lo que mejor se me da… Echar balones fuera.
Sea como sea, aquí os lo entrego para que me lo corrijáis.