sábado, 5 de enero de 2019

República Indepe de Kabalgata



No hace falta ser niño para mantener el derecho inalienable a recibir regalos navideños, creo yo... Aunque hay infancias que duran una eternidad, también es verdad... Pero lo cierto es que si no se quiere que a uno lo tilden de crédulo o fantasioso, lila o pánfilo, ha de adaptar su concepto y sus expectativas de lo que son, o deberían ser, los Reyes Magos de Oriente, a un perfil mucho más adulto. Uno en el que todas sus miserias, sus humanas debilidades y flaquezas, quedaran patentemente recogidas y expuestas.
Así, y por contra, lejos de necesitar pasar por el obligatorio trámite de tener que portarse bien, la calidad y cuantía de los regalos sería una mera cuestión de negociar a tres bandas, asumiendo, por supuesto, que en toda la operación ellos se llevarían la parte del león.
La opción del carbón por supuesto queda descartada, pues como es bien sabido de todos, la preocupación por la ecología está en el orden del día de todas las corporaciones multinacionales, sea esta o no, tan ficticia como sus propias majestades, y estas, evidentemente no iban a ser menos. El capitalismo es así, puro escaparate.

3 comentarios:

Genín dijo...

Para mi hace muchos años que las fiestas navideñas terminan el 1 de Enero, tantos años, que ni me acuerdo... :)
Salud

Alís dijo...


Siempre es buen momento para recibir o hacer un regalo, que no pasa necesariamente por comprar algo. Aparte de eso, claro que ser adulto no nos priva de la ilusión. O no debiera.

Saludos

Food and Drugs dijo...

Genín,
La Navidad es fundamentalmente un grato recuerdo infantil que solo se sostiene en la edad a adulta a golpe de billetera.
Salud.

Alís,
El valor de un regalo es directamente proporcional a la cantidad de tiempo que se tarda en quitarle el papel en el que viene envuelto, sacarlo de la caja, retirarle plastiquitos de aquí y de allá... De eso los comerciantes entienden mucho.
Saludos