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Sí, amigos. Hasta ahora yo pensaba que no, que era al revés, que era el negro el que adelgazaba, y que en cambio el blanco engordaba cosa mala, pero no… Al final va a resultar que las cosas no son tan sencillas.
Digo esto porque un comité de expertos apoyados en estudios geológicos y datos empíricos provenientes de radares instalados en submarinos y satélites, afirman que el espesor del hielo acumulado en los polos se encuentra ahora mismo en su mínimo histórico e histérico, esto es, desde que se tiene noticia, y que a este paso, bien podría derretirse por completo en unas pocas décadas.
Y cuanto menos hielo, más radiación engulle el planeta, poniéndose más y más calentorro.
Terrible catástrofe, a la que es muy difícil verle la vis cómica.
Si acaso, nos enfrentaríamos a una más de tantas paradojas de la vida, por cuanto que a medida que la capa de hielo adelgaza, nos vamos quedando sin casquete.
Pues sí, los pasos antaño permanentemente helados del Ártico están, a día de hoy, abiertos de par en par para la navegación comercial. Hecho inaudito y de gran significación.
Para las personas con una mínima conciencia ecológica son malas noticias, para otros, no tanto.
De hecho, Rusia, Noruega, Canadá, por mencionar sólo unos pocos, se frotan las manos, mientras preparan su marina mercante para contaminar, más y mejor, zonas que hasta ahora se hallaban en estado virgen.
Pero este no es el único drama que afecta a aquel globo terráqueo que nos hicieron aprendernos de niños. Sí hoy por ejemplo, intentásemos con un atlas en la mano de nuestros tiempos de estudiantes, localizar sobre el terreno el mar de Aral o el lago Chad, iríamos, con perdón, de cráneo.
El primero, sacrificado al riego del cultivo extensivo del algodón por las dictaduras soviéticas y post-soviéticas del Asia central. El otro, tres cuartos de lo mismo, a cargo una vez más de gobiernos irresponsables de estados fallidos. Y en cuanto al mar Muerto, mejor no hablar. Va camino también de hacer honor a su nombre. Y es que, urbanizar todos los asentamientos de los territorios ocupados, no sólo tiene un coste político.
Veo pues a una muchedumbre voluntariosa armarse con balas de paja, e improvisar con ellas colchones sobre las vías del tren, y ya sólo pienso en una cosa: Convoy de residuos tóxicos o radiactivos al canto, dirigiéndose con paso firme a defecar lo que contienen sus tripas cerca de colegios y hospitales.
Es así de triste.
Pero volviendo al tema del hielo, sobre el que los científicos aseguran haberse traspasado el punto de no retorno… ¿Le importará esto algo al nuevo Zar de todas las Rusias, el sr. Putin, que en realidad de nuevo no tiene un pelo (ni de nuevo ni de viejo, también es verdad)? Y más aún, ¿Le importará realmente un pimiento, o al menos medio, esto de proteger al planeta, de no poner nuestra casa hecha un vertedero, a alguno de los recién, y flamantemente, estrenados mandamases de nuestra vieja Europa, empezando por el nuestro, y sus célebres hilillos de plastilina?
Pues bien, mi opinión, es que a este último debería… Debería importarle y mucho, tan patriota que se suele considerar.
Porque si bien a los rusos una subidita de temperaturas no les vendría nada mal - ¡y no tendrán ganas ni nada de hacer a un lado la manta a cuadros! – nosotros, de seguir así las cosas, nos vamos por el contrario a asar como pollos.
Pero claro, difícilmente podremos presionar a otros cuando aquí, en nuestro mismo suelo patrio, contaminamos y despilfarramos la energía a calzón quitado, sin ningún recato.
De hecho antes había en la península ibérica cuatro estaciones, primavera, verano, otoño e invierno, y ahora sólo hay dos, calefacción o aire acondicionado.
En fin, que hablando de mantas, creo yo que sería bueno reaccionar al problema con tiempo, y no que, en llegado el momento, tener que liarnos la ídem a la cabeza, sacar el colchón al patio y ponernos a dormir sobre la vía muerta de esta civilización incívica, derrochadora y glotona.
Una civilización que apesta ya, dicho así, sin tener que esperar a más. Y aquí me refiero principalmente a esos que sólo empezarían a preocuparse de verás por la desaparición de los polos, si estos fueran de marca Ralph Lauren.