Llevamos el acelerador pisado a fondo hacia nuestra destrucción total como sociedad civilizada. ¿Qué nos quedará luego? ¿Con qué nos entretendremos una vez que la mascletá atómica haya reducido nuestra casa planetaria a escombros?
Cuestiones a resolver por las lumbreras que surjan de entre los escasos puñados de supervivientes salvados de la quema. Quizás aprendan la lección y decidan empezar a hacer las cosas bien desde el principio, pero no apostaría por ello. No, de donde no hay no se puede sacar. Vamos a no concederles siquiera el beneficio de la duda.
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