Algo pasa con el león.
Ha perdido el apetito, duerme mal, padece estreñimiento,
consecuentemente y por añadidura, hemorroides… No está a lo que hay que estar.
Es obvio de que no atraviesa por su mejor momento. Y eso es
algo que a la sabana no se le pasa inadvertido. Él, no es un cualquiera. Es el
rey, el “Juancar”, el “Pelé”, el “Elvis” de las bestias.
Desde luego que para presas y demás depredadores en liza,
esto supone un nada despreciable respiro. Pero como que la situación se
prolonga ya un poco… Y, seamos sinceros, esto tampoco es lo que queremos.
Habíamos oído hablar de los tres tristes tigres… ¿Pero el
león? El león, no. El león es otra cosa. Un león que se precie no puede caer en
estas historias ratoneras.
Será una fiera implacable, un asesino despiadado, pero
también es el mayor dinamizador social de la cadena trófica. Sin él en la
cúspide, guardando y haciendo guardar el orden y la ley natural, quien sabe,
quizás a las lombrices les pudiera dar por atreverse con las jirafas. Eso, u
otras aberraciones similares.
Así que, por favor, ¡que se solucione lo del león ya! Que
llamen a un psicólogo, a un cura, o que le paguen una ronda en el barrio chino.
Lo que sea.
Insisto, la anarquía en la sabana es una insensatez supina.
No es broma. Nos sale muy caro, en metraje de documental
sobre el reino salvaje, cada minuto de león agilipollado.
1 comentario:
Pues la anarquia no solo está en la sabana, en las mesetas, en las montañas, campea por doquier, y finalmente se apoderará de todo, porque es que hace tiempo que los leones han desaparecido :(
Salud
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