La suerte de unos es la desgracia de otros. Por ello es
caprichosa, por ello es equidistante, por ello es esquiva y de carácter
voluble. No quiere ni oír palabra de compromisos, y le aterran los vínculos
demasiado estrechos, con cargas emocionales y afectivas, y criaturas de por
medio.
Su gran pecado es que pretende agradar a todos, y con ello,
a ninguno satisface.
En el fondo va a resultar que tiene buen corazón, que será
por eso que todo el mundo la adora, y en su fuero interno todo vertebrado e
invertebrado, todo bicho viviente, la anhela y ambiciona como compañera eterna
e inseparable, sucumbiendo una y otra vez a sus guiños lastimeros.
Pero es mal negocio regalar dispensas y perdones a quien no
se responsabiliza ante nada ni ante nadie.
Mal asunto encariñarse de su risa contagiosa, de su pasado
turbulento, de su estilo de vida nómada e independiente, de su talento natural
para la improvisación...
Mal asunto querer confiar en ella, que es entonces cuando
más disfruta con sus desplantes, sus vaivenes y sus números fríos.
Ella es la estrella, y los demás somos su público entregado. Aún
cuanto más nos esforcemos por no seguirle el juego.
Desengáñate. Tú seguirás durmiendo, con un ojo cerrado y el
otro abierto, toda tu vida, pero ella lo hará siempre a pierna suelta.
Cuando la moneda vuela por el aire, no es de Dios, ni es del
César. Caras y cruces de este mundo y el que espera, las pertenencias todas de
quien fuere, en suspenso y de su mano.
No se le de más vueltas... Ella es quien reparte.
1 comentario:
Bueno, pues si es así yo te deseo que tengas toda la suerte del mundo...jajaja
Salud
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