En efecto, amigos, esa es la última y mejor oferta que hoy
por hoy se puede encontrar en el panorama inmobiliario planetario.
Un ártico con bañistas, en pleno centro del norte
geomagnético, soleado, bien comunicado por el estrecho de Bering con las potencias
mercantiles y energéticas del presente siglo, China, Canadá, Alaska, la madre
Rusia, Noruega…
Nunca, en sus frías noches de invierno y soledad pudo este
ni tan siquiera imaginárselo, y es que en la vida estuvo el polo más cotizado.
De hecho… ¿Quién se puede resistir a semejante casquete?
Y todo por un quítame allá esas pajas de si el volumen de
CO2 emitido, o si la quema de combustibles fósiles, o que si la
industrialización frenética de un hemisferio es la metástasis del consumismo
histérico del otro, y viceversa.
Pero, nada… Todo escandaliza al que ya de por sí es
susceptible.
¡Qué miedo! ¡El calentamiento global! ¡Nos engullirán los
océanos embravecidos! ¡Nos achicharraremos como pavesas ante un sol de
justicia, como nunca se vio en siglos y siglos de civilización!
La tierra se convertirá en una sauna finlandesa. O mejor
dicho, en unos baños turcos. Viviremos nuestro día a día cual inocentes
reclusos de una prisión anatolia.
Y así, un bis tras otro, el mismo estribillo de siempre, reiterado
al infinito. Puro victimismo y nada más que victimismo.
Ecologistas de pacotilla.
En fin, se pongan como se pongan los “señoritos”, esto no
tiene remedio. No en vano, cualquiera les dice ahora a los de los ojos rasgados
que se vuelvan a su Mongolia interior, a darle bombín a las bicicletas. Así que
hay que tratar de verle al asunto su lado positivo, y si se es un pelín
espabilado, incluso la oportunidad de negocio.
Además, en cuanto se huelan que la cosa funciona - que
funcionará, no tengo la menor duda - y todo el mundo vea que se hace caja,
enseguida se celarán los terratenientes del sur, y querrán ellos también poner
la Antártida en condiciones. Al tiempo, si no.
Que se derrita el hogar de miles de focas, osos polares,
ballenas, pingüinos, etcétera no puede ser algo tan traumático como algunos lo
pintan.
¿No desaparecieron también los dinosaurios… y nadie dijo
nada?
El problema real, creedme, es el que parte de los mismos de
siempre. De esos amargados, llorones y con complejo de nuevos mártires que se
hacen llamar ecologistas, o “verdes”, que aún es más gracioso, porque en mi
época verdes eran las películas de Pajares y Esteso, y estos, a ese respecto,
me temo que a dos velas.
Pero bueno, esa es su elección. Todo muy frugal. Nada de
comodidades superfluas. Pudiendo meterle calefacción central a un iglú, doble
panel aislante, tarima flotante, vitrocerámica, agua caliente a gas ciudad, dos
plazas de aparcamiento para trineo con perros y bulldozer quitanieves… ¿Para
qué contentarnos con el pack básico?
Os lo digo yo, son los enemigos del progreso. Ni caso.
Estamos de hecho ante la mejor inversión de futuro que se
puede echar a la cara hoy un terráqueo de a pie, y la gente ahí sigue,
enclaustrada en su pequeño mundo de temores y frustraciones. Virgencita,
virgencita, que me quede como estoy.
Los polos son la elección segura del triunfador de hoy, del
mañana y de siempre… Y no me refiero únicamente a los de Ralph Lauren.
Vosotros ya me entendéis.
1 comentario:
Pues yo tenia la esperanza que en cuanto se notaran los primeros efectos del calentamiento los responsables del planeta se reunirian para tomar medidas, y ya ves, nadie mueve un dedo, bueno los chinos se frotan las manos porque sus mercantes ya pueden navegar ahorrándose una pasta, y todo dios se prepara para extraer gas y petroleo.
Yo no lo veré, pero mis pobres nietos lo tienen crudo :(
Salud
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