viernes, 7 de marzo de 2008

Olimpijadas


La ceremonia de apertura de los juegos olímpicos del año 2050, forzada como de costumbre a devenir en el más magno evento de la historia del deporte, tiene trazas sin embargo de convertirse, al paso que vamos, en el tostón más soporífero que los límites de la paciencia humana puedan, en un momento de bravura, soportar.

Y ello no es sino debido a las constantes declaraciones de independencia de républicas y paises, regiones y estados, provincias y autonomías, reinos y arzobispados, comarcas, municipios y comunidades de vecinos. El rosario de delegaciones desfilando con banderas e himnos, y toda la demás parafernalia, podría resultar una cifra inabarcable para el intelecto humano. E incluso en el peor de los escenarios, quizás pudiera extenderse hasta más allá de lo admisible por el espacio-tiempo sin curvarse hasta el punto de no retorno. Hasta el punto del comienzo del big crunch.

Desde luego, lo que nadie podrá negar es el colorido y lo variopinto de los participantes, venidos de todas las esquinas del planeta para representar a sus paisanos... Y a tratar, al menos, de ganar alguna medalla que los situe en el mapa (nunca mejor dicho).


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