¿Era Mambrú un hacha? Difícil creerlo.
Sea como fuere, él no se anduvo ni corto ni perezoso cuando
la desenterraron, el hacha, y allá lio el petate, cogió (sin preguntar a nadie)
el fusil de Johnny, y se fue en busca de aventuras bélicas en tapa dura y a
todo color.
Mas él ignoraba que la señal era monocanal, y únicamente
llegaría a su retina en rojo y gris, sangre y polvo. A lo sumo, mugre negruzca.
Pero eso a Mambrú no le echó para atrás. Un valiente como
él, bien plantado, y con un par (de granadas, de pistolas, de cartuchos de
balas, con un par de casi todo) ¿A quién podía temer?
No se arrugó, no, nuestro Mambrú. Si acaso alguien lo
arrugaría en contra de su voluntad, pero eso ya son extremos de los que no da
detalles la canción.
El bueno de Mambrú… O
mucho le gustó el invento, y se hizo un sitio en la carrera militar, o le dejó
mal sabor de boca para toda la eternidad.
Pobre Mambrú…
¿Cómo iba él a saberlo? Do-re-mi, Do-re-fa…