De pronto parece como si - ¡Oh milagro! - la juventud se
hubiera interesado por fin por la política.
Y el resultado es que ahora la democracia se parece horrores
al botellón. Todo es mezclar y saborear, probando como combinan estos licores
con aquellos refrescos. ¡Que no falte dónde elegir! Y así hasta dar con el
mejunje favorito que más nos coloque y menos resaca nos acarree.
De momento la cosa funciona, luego ya se verá.
Y mientras tanto, todos los fines de semana, jornada de
reflexión.